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El Nigromante

La visión hacia el Siglo XXI

Foto del escritorOscar Rojas

La dialéctica marxista y la física cuántica

La explosión de la edad de oro capitalista (a fines del siglo XIX) provocó un proceso de acelerada consolidación de una forma de concebir el tipo de desarrollo de lo material (su base ontológica). Dicho de otra manera, el sistema capitalista produjo también el sistema ideológico que justifica a dicha formación económica-social como la única posible, como el resultado final de una cadena de sucesos lineales que han conducido a la humanidad a dicho resultado.


Este proceso se basa en un supuesto interesante por su auto-realización, no solo se trata de qué contenido es el que se toma "por bueno" en la narrativa capitalista sino que también se captura la forma lógica con la cual se concibe ontológicamente la realidad y sus posibilidades. Así, la visión causal-mecánica-lineal fue suficiente para crear explicaciones de los procesos desde una visión empírista, o sea, la validación científica es la existencia misma del proceso, por tanto, la propia existencia material del capitalismo es suficiente para auto-justificarse, es válido porque existe, o lo que es lo mismo decir: existe porque es válido, se trata de un círculo cerrado de ipseidad ontológica.


La gran pregunta es cómo romper este círculo vicioso y plantear otros contenidos y otras lógicas que producen nuevas ontologías. La validación no es empirista pues reconoce una relatividad consustancial a todo proceso: lo que es científico es el análisis de sincronía y multi-cronía que los procesos sociales significan, se trata de una constante transformación de las determinaciones en sus opuestos y esos procesos, a su vez, negaciones de otra serie de procesos. La dialéctica es la lógica que supera el mecanicismo causal y permite tematizar las leyes de transformación de los procesos sociales.


La dialéctica permite develar el sentido de un proceso con respecto a sí, pero también con respecto al sentido global del conjunto, esto es: la noción de totalidad. Pero no en un sentido estructuralista (también mecánico) sino desde la perspectiva de flujos de energía orgánica en la cual hay una constante evolución cuantitativa que va produciendo cambios cualitativos. La gran pregunta es en qué momento dado proceso, aún aparentemente siendo el mismo, ha cambiado de determinación y ahora actúa diferente con respecto al conjunto. La categoría de subsunción nos permite apuntar desde la tradición marxista.


Para Marx, la totalidad capitalista puede distinguirse por cuatro esferas: producción, distribución, intercambio y consumo que se co-implican entre sí y como conjunto. Son cuatro dimensiones que interactúan entre sí en un ambiente combinado de elementos objetivos y subjetivos.


La economía clásica es, digamos, el equivalente a la física clásica. Vio el mundo inmediato y lo trabajó para sus fines inmediatos, cancelaron la historia (el tiempo) para el proceso de justificación ideológica del capital como el resultado final de toda la secuencia lineal de desarrollo. Marx representa una revolución científica en tanto recupera la lógica dialéctica que hasta ahora había aparecido bajo su formación idealista (Hegel), pero que tenía la bondad de poder conectar espacio y tiempo y ofrecer una visión de totalidad acorde con la visión de la teoría de la relatividad.


Simplemente, concebir la mercancía como un elemento material de dos determinaciones simultáneas como el valor de uso y el valor de cambio significan una superación lógica de la determinación previa en la cual la mercancía se presentaba, ya fuera por el lado de la satisfacción utilitaria (valor de uso) o ya fuere por el intercambio para la ganancia (valor de cambio). Así, la teoría del valor es una exposición de esta multicronía y su naturaleza relativa. Para decirlo de una forma simple: la teoría de la relatividad en física irrumpe la concepción ontológica así como la teoría del valor hizo lo propio en la concepción de la esfera económica humana.


Como es sabido, El Capital es una obra que tiene momentos diferenciados en sus niveles de aproximación del objeto de estudio, mientras que el primer volumen se encarga de la postulación general de la teoría del valor y de proceso específicamente capitalista, esto es, el enunciamiento de las leyes de desarrollo particularmente capitalista, el segundo libro pone en movimiento dichas determinaciones y enfatiza que el proceso de valorización es una cuestión de sincronía entre múltiples-elementos (particularmente hablando se distingue la suma del capital mercantil, el capital productivo y el capital financiero como una triada que constituye el capital global.)


Así, el valor va viajando entre múltiples determinaciones, pero no como una linealidad mecánica sino bajo una sincronía ontológica. Así como la teoría de la relatividad ofrece el entendimiento de que el universo es curvo, la teoría del valor pone sobre la mesa el entendimiento de que el universo económico es temporal, es histórico.


El asunto se vuelve todavía más interesante cuando comprendemos que el libro tercero, el proceso global de producción capitalista no se trata de una suma de lo anterior bajo un ensamblaje mecánico, sino la problemática de cómo es que esta complejidad se le presenta al agente económico dada una subjetividad. Así, contrario a la tradición que indica que la teoría del valor marxista parte de la visión objetiva, mientras que la teoría del valor marginalista indica una teoría subjetiva del valor, tenemos que no es ni una ni otra sino que se coimplican, es decir, la teoría del valor marxista es, en realidad, una teoría de conjunto de la interacción entre lo objetivo y lo subjetivo. Es decir, una teoría omnilateral del valor.


No es un detalle mejor que la física cuántica, evolución de la concepción del mundo subatómico, en contraste con el macrocosmos de la relatividad, ponga sobre la mesa experimentos tan desconcertantes para la física tradicional, como aquél en el cual el observador afecta el resultado de lo que observa. Es decir, el humano no está fuera del ejercicio, sino que siempre es parte. Mientras que la modernidad eurocéntrica habilita que el humano quede distanciado de su objeto de estudio, la crítica de la economía política postula que esto es imposible, los agentes económicos producen y practican la realidad como un todo orgánico integrado.


De la visión ontológica empirista, el sujeto queda separado del objeto, le es susceptible de explotación como cualquier cosa, se trata del mundo óntico; por otro lado, el nivel crítico antropológico que desarrolla Marx es la innovación de que no se trata solamente de este tipo de relación primaria, sino un segundo nivel: el mundo intergenético, el análisis de relaciones humanas dinámicas. Por último (por ahora), tenemos un tercer nivel que, una vez internalizando la relación social como base, se dirige ahora hacia el nivel en el cual este mundo intergenético se relaciona como comunidad frente al modelo ideal que le determina como un observador-actuante al estilo cuántico. Se habilita el mundo de la praxis, el tercer nivel donde la comunidad orgánica se comprende así misma mediante la comprensión de su relación con el mundo natural-universal, o como hemos postulado: el Sistema Natural Cósmico. En suma, así como el mundo óntico es superado por el intergenético mediante la discusión de un salto ético, el siguiente salto hacia el tercer nivel se trata de un salto ecológico (en sentido profundo).


Así, los procesos sociales tendrán características cuánticas en la cual el observador se involucra en los resultados de forma interna, y donde el modelo ideal o determinación de la subjetividad práctica manejan un mundo de posibilidades que permiten ejecutar cambios cualitativos dadas ciertas condiciones. Recordemos que el concepto de cuantos indica que la materia va registrando aumentos o disminuciones de energía que producen en dado momento un salto cualitativo. Los procesos de transición histórica de las formaciones económico-sociales ocurren de esta manera también. Solo que para el mundo económico esta energía se opera mediante la acción práctica, por medio de la praxis.


Simplemente, así como la luz es al mismo tiempo fotón, partícula y onda, la mercancía también se comporta de forma dual como valor de uso y valor de cambio. El sentido orgánico se introduce mediante la práctica de la conciencia histórica y la determinación de cambio material mediante los momentos cuánticos sociales por excelencia: las revoluciones sociales.








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