Uno de los sueños que más anhelo causa en la niñez es imaginar qué queremos ser "cuando seamos grandes". Las respuestas más comunes, y no por ello menos importantes ni hermosas, son dar clases, ser astronautas, médicos o bomberos.
Pero yo no quería ser nada de eso: a mí me interesaba la química, en especial en el área farmacéutico biológica. En esos lejanos años donde un siglo se despedía y otro nos saludaba frente a los temores del posible fin del mundo, pensaba en cómo sería la vida frente a un matraz, un mechero de Bunsen y ataviada con bata blanca.
Mis decisiones y poca habilidad con los números me llevaron por otro camino, pero la ciencia nunca se alejó de mi vida. Sin embargo, esta historia no es única.
De acuerdo con el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef, por sus siglas en inglés), en México solo 9% de las niñas de 15 años quieren estudiar carreras STEM, que son las relacionadas con las ciencias, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas.
Al menos hasta diciembre de 2023, 38% de las mujeres mexicanas que se encuentran cursando una licenciatura lo realizan en esta área. Entre los aspectos que merman que las niñas y jóvenes se inclinen por estas áreas profesionales están los estereotipos de género, la autopercepción y la discriminación.
Esto nos muestra que no se trata de falta de conocimientos o capacidades para ser ingenieras, físicas, químicas o matemáticas. Es un problema sistémico que afecta dentro y fuera del territorio mexicano y que, poco a poco, debe continuar resolviéndose, con herramientas nacionales.
Y esto podría tener un nuevo camino que lleve a más mujeres, desde la infancia, a dejar de soñar y alcanzar sus metas fuera de un cuaderno o una computadora. Uno de los giros que anunció la presidenta de México, Claudia Sheinbaum que, no olvidemos, es una científica, fue subir de rango al Consejo Nacional de Humanidades, Ciencias y Tecnologías (Conahcyt), para convertirlo en la Secretaría de Ciencia, Humanidades, Tecnología e Innovación.
Esta encomienda es liderada por Rosaura Ruiz, doctora en biología por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), exdirectora de la Facultad de Ciencias de la misma casa de estudios y la primera mujer en dirigir la Academia Mexicana de Ciencias (AMC).
En una charla que sostuve hace algunos meses con el doctor en Ciencias Biomédicas por la UNAM, Isaac González Santoyo, indicó que la llegada tanto de Sheinbaum como de Ruiz al Gobierno, en sus respectivas funciones, abre un paradigma donde caben no solo la reconciliación entre la comunidad científica mexicana, que ha tenido fuertes confrontaciones en los últimos años, sino para que exista una mayor cabida para las mujeres en un corto y largo plazo.
Esto queda perfectamente alineado, como las fórmulas matemáticas que tanto rigen nuestra vida, con el plan de Gobierno de la mandataria mexicana, donde estipula una mayor apuesta a los proyectos tecnológicos, científicos y académicos, que vayan en la ruta de temas como fuentes limpias de energía, salud, cambio climático y protección civil, por mencionar algunos tópicos.
Pero esto no se da solo: se requieren becas para ayudar a quienes deseen aportar en la materia, así como una mayor cooperación y diálogo con sectores como la iniciativa privada, las universidades públicas y privadas y otras naciones.
Mientras esto se desarrolla en el nuevo Gobierno de México, siguen existiendo más niñas y jóvenes que pueden estar por tirar la toalla, olvidarse de viajar al espacio o de llegar aún más lejos que Paris Pismish Acem, María Elena Caso, Julieta Fierro o Katya Echazarreta.
Lo que les puedo decir a sus familias es que las alienten, no dejen que ni sus temores personales ni los dichos del mundo mermen sus metas. Y a las interesadas que pueden leer este texto, les invito a acercarse a otras mujeres científicas porque nadie mejor que ellas saben lo que es vivir toda esa trayectoria.
Son modelos a seguir y que, como ninguna otra persona, les mostrarán que ustedes no deben pensar en qué quieren ser "cuando sean grandes", porque inmensas ya son con solo seguir adelante con todo lo que acarrea ser mujer en un planeta como este y con las dificultades y diversidades de cada una. Solo necesitan ese último elemento de la tabla periódica para llegar lejos. Sabemos que, al final de todo, la ciencia fue, es y será femenina.
Angélica Ferrer es periodista con más de una década de experiencia en medios de México e internacionales. Ganó el Premio internacional de periodismo a Mejor trabajo de investigación, divulgación y defensa de los derechos humanos en 2023. Le gusta hablar sobre libros, nuevos descubrimientos científicos, política internacional y más.