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El Nigromante

La visión hacia el Siglo XXI

Foto del escritorAngélica Ferrer

El Karma de vivir al sur

Por Angélica Ferrer

 

La mirada, al menos de quienes vivimos en el hemisferio norte de la Tierra es, usualmente, hacia nuestros pares o aún más arriba, como si quisiéramos estar cerca de una deidad. Se nos olvida que, para caminar en un sentido literal y metafórico, hay que mirar hacia abajo, amarrarnos las agujetas, plantar los pies sobre el suelo que nos ha visto crecer y seguir nuestro camino.

 

Mario Benedetti, aquel autor oriundo de Paso de los Toros, Uruguay, clamaba la pertinencia de recordar que "el sur también existe", con sus embrollos, peculiaridades y riquezas.

 

El paso de los años nos ha demostrado que los esfuerzos para que este reconocimiento sea más amplio en cada país, en el continente y en el mundo, no han sido en vano. Prueba de ello es el bloque de los BRICS que, cada vez más, agrupa a las economías que buscan una nueva manera de entender al mundo y de hacer frente a los embates de Estados Unidos y sus aliados.

 

Y, hablando de ese proyecto, recordemos a una nación a la que le "cortaron las alas" para sumarse a ellos: Argentina.

 

Este país sudamericano, reconocido dentro y fuera del continente por sus expresiones artísticas y deportivas, fue aceptado en agosto de 2023 el selecto grupo pero, en un abrir y cerrar de ojos, Javier Milei, su actual presidente, decidió cancelar esta petición y, con ello, trancar el camino hacia la cooperación con otras naciones.

 

Ni la esencia "tántrica, fantástica" del mandatario argentino y, mucho menos, su política económica y social, han ayudado a la población. Al contrario: cada vez está más sumida en la pobreza.

De acuerdo con datos del Gobierno de la nación sudamericana, la inflación promedio anual en los últimos dos mandatos, ha sido la siguiente:

 

●      Mauricio Macri (2015-2019): osciló entre 40 y 69.8%.

●      Alberto Fernández: inició 2020 en 36.1%, pero terminó en 2023 en 211.4%.

 

Hasta septiembre de 2024, ya en la Administración de Milei, la inflación se posiciona en 209%.

 

Las causas de esta debacle económica van desde las afectaciones derivadas por la pandemia de COVID-19, la alta emisión monetaria y la concentración de capitales en sectores privilegiados (los que bailan "El rock del rico Luna Park", como señalaban Los redonditos de Ricotta) , hasta la fuerte deuda adquirida con el Fondo Monetario Internacional (FMI), que asciende a 57.000 millones de dólares.

 

Pero, más allá de los datos, la clase trabajadora argentina es la que padece diariamente los "desencantos" de las directrices económicas, cada vez más alineadas a Estados Unidos y lejanas al pueblo.

 

A mediados de octubre, realicé un viaje a Buenos Aires. Fue la segunda ocasión que visité la capital argentina; la primera fue en 2019. A pesar de las dificultades económicas que ya atravesaba la región, la diferencia de la vida en una de las metrópolis más famosas del mundo, la de la furia, es abismal.

 

El primer aspecto son las personas en situación de calle. No hay vialidad donde no haya una mujer, un hombre o familias enteras buscando entre los restos de la basura algo para llevarse a la boca o pidiendo dinero para comer. Es contrastante la opulencia de la Casa Rosada, de los bares y restaurantes dispuestos a ofrecer lo mejor a sus clientes (turistas, preferentemente) y los edificios tan bien conservados frente al desolador panorama de la gente.

 

En julio de este año, el ministro de Seguridad, Waldo Wolff, indicó que, en promedio, 300 personas se suman a este grupo cada mes y, de acuerdo con el corresponsal de teleSUR en Argentina, Juan Carlos Bartolotta, la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) concentra el 85% de la población sin hogar de todo el país, misma que sufre violencia psicológica, física e, incluso, perpetrada por el mismo Estado.

 

El segundo aspecto son los precios. Si bien la paridad cambiaria del peso mexicano al argentino favorece al primero, los costos de los gastos para turistas son mayores.

 

Esta alza fue más notoria en la comida, donde al acudir a pequeños cafés en zonas como Palermo, los menús no tienen el precio de los platillos; en México, esa es una señal de que todo te lo venderán mucho más alto del precio normal. Esto se debe, de acuerdo con mi colega Augusto Macías, quien radica en Baires, por el alto nivel inflacionario.

 

Esto podría ser un  happy problem para personas viajeras como yo, si no fuera porque lo padece la población local. Los alimentos, el transporte e, incluso, artículos como libros, sufren un fuerte encarecimiento, por lo que varios de ellos se vuelven casi un lujo para la población local.

 

El tercer rubro fue el sentir de la gente. Durante charlas con las personas que viven ahí y escuchando las conversaciones de otros en las calles (pensando en Instant-táneas, de Páez y Spinetta), su principal preocupación, como lo dicta el enfermo sistema capitalista, era tener dinero y ya no para comprarse un auto o dedicarlo a la recreación. Para lo único que lo querían era para comer.




 

Esta fue la historia de Gerardo y de José Rafael, chóferes que trabajan para aplicaciones de transporte privado. En ambos casos, su ingreso del día era lo que les proveía los alimentos al final de la jornada; si se les pinchaba un neumático, como le ocurrió a José, el dinero se destina íntegro a esa reparación, porque hasta arreglar ese desperfecto es sumamente costoso.

 

Incluso para Alberto, otro conductor de estas apps, quien está convencido de que las políticas de Milei pueden mejorar su vida y la del país, temía haber cometido una infracción vial porque su salario del día sería para pagar la multa.

 

La realidad en la capital argentina, que recibe alrededor de 2.5 millones de turistas al año y donde radican más de 3.1 millones de personas, es cada vez más cruda. No se le despegan los fantasmas de las crisis políticas, económicas y sociales que, lamentablemente, han lastrado su existencia durante, al menos, los siglos XX y XXI. Mi colega Augusto decía "creo que la devaluación viene a final de este año" y, parece ser, la situación va hacia ese rumbo.

 

Parece ser que aún no se va el karma de vivir al sur, como cantaba Charly García en 1987, pero la convulsión del orden mundial, que se concreta con mayor fuerza, podría traerle esperanza no solo a Argentina, sino a todos los sures que, durante siglos, han sido olvidados.



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